LA CASA QUEDÓ ABIERTA,
el aguacero
pudo mojar los muebles,
se llenaron
de un hongo silencioso
los marcos de las puertas,
las esquinas que no tocaba el sol;
fueron desvencijándose las sillas,
los cuadritos de abuela,
las persianas,
que por costumbre llamábamos francesas.
La casa quedó abierta,
los murciélagos
poblaron nuestro techo,
se adueñaron
de todos los horcones;
las baldosas
tan lindas
albergaban
un gentío de pulgas y excreciones.
Todo se fue dañando
lentamente
como suelen dañarse los sueños más hermosos,
ahora solo nos quedan las ruinas de una casa,
las tejas que cayeron para siempre
se amontonan al pie de las paredes.
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Publicado por Eduardo Mesa
La Habana, 1969. Ha publicado "El bronce vale y otras crónicas" (Editorial Silueta, 2011 y "Cuaderno para el viaje" (Editorial Silueta, 2017). Es coautor de la compilación "Homenaje a Pedro Claro Meurice Estiú" (Editorial Silueta, 2012). Fue fundador de la revista Espacios, dedicada a promover la participación social del laico. Coordinó la revista Justicia y Paz, Órgano Oficial de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba y el boletín Aquí la Iglesia. Formó parte de los consejos de redacción de las revistas Palabra Nueva y Vivarium. Ganador de los premios de poesía Ada Elba Pérez y Juan Francisco Manzano. Ha colaborado con las revistas Convivencia y Conexos. Edita el blog Fe de Vida, donde trata temas relacionados con la fe, la sociedad y la cultura. Tiene en proceso de edición el libro “Crónicas de una fe”.
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