¿PARA QUÉ SIRVE LA RELACIÓN HUMANA ENTRE EL PAPA Y RAÚL CASTRO?

¿Para qué sirve la relación humana entre el Papa y Raúl Castro? https://www.cibercuba.com/noticias/2022-09-19-u208133-e191143-s27068-sirve-relacion-humana-papa-raul-castro

CUBA NO ESTÁ SOLA

Cuba no está sola,
claman por ella a Dios los inocentes,
esos que no tenían culpa de nada,
los que fueron hundidos en el mar
con sacos de arena,
chorros de agua a presión,
calibre treinta.

Cuba no está sola,
claman por ella a Dios los que sufrieron
su destino en silencio,
los que pidieron clemencia sin recibirla,
los que gritaron
Viva Cristo Rey,
mientras el pelotón los ultimaba,
esos nombres que hoy nadie menciona
porque la memoria de su martirio
nos pone,
contra las cuerdas de la vergüenza.

Cuba no está sola,
porque hay muchos que pueden
mirar a Dios y pedir por ella,
porque las madres que han muerto
con el dolor de sus hijos a cuestas
ruegan por justicia,
y sus lágrimas bendicen nuestra esperanza,
y aumentan nuestra fuerza.

Cuba no está sola,
que nadie los engañe en estos días,
cuando se enseñorean los demonios
que quieren reducirnos
con violencia.

Nadie puede contra ese ejército de almas
que miran a los ojos de Altísimo
y señalan el camino de la libertad
con impaciencia.

LA RELIGIÓN COMO ENEMIGO

La revolución se presentó ante el pueblo verde como las palmas. pero contenía la temible plaga marxista-leninista que devora cualquier voluntad democrática. Desde entonces, la religión es un enemigo, hay que salvar a los trabajadores del «opio del pueblo». En el afán de cercenar libertades, la libertad religiosa se convirtió en una presa valiosa y la cacería que comenzó en enero de 1959 no ha terminado.

Hemos transitado por el zigzag de tiempos peores y menos malos pero los comunistas cubanos nunca han aceptado que la libertad religiosa es un derecho. La creación 1983 de la Oficina de Atención a Asuntos Religiosos en el Comité Central primero bajo la dirección de Felipe Carneado, viejo cuadro del PSP fallecido en 1993 y desde esa fecha dirigida por Caridad Diego Bello, ha servido como instrumento para facilitar la represión de los religiosos cubanos. Ambos personajes han actuado como cancerberos del régimen, administrando con precisión el chantaje y la amenaza, el palo y la zanahoria, que siempre termina por ser zanahoria de atrezo, vulgar engañifa. No en balde la dirección de esa oficina ha resultado en cargo vitalicio dentro del organigrama del terror que ha dejado por el camino a tantos siquitrillados ilustres.

Las amenazas que reciben los religiosos cubanos en estos días deben entenderse en este contexto. Su explicación debe buscarse en la naturaleza de esta tiranía, aunque los Gómez Treto y López Oliva de turno nunca han cesado en su pretensión de homologar a los victimarios y sus víctimas, dando por sentado que los destinatarios del abuso tienen alguna culpa.

Lo importante ahora es prepararnos para la nueva ola represiva que se aproxima, porque todo parece indicar que el régimen no tiene la menor voluntad de abandonar el viejo manual marxista leninista y no se detendrá ante nada para conservar el poder.

Los laicos, religiosas, sacerdotes y obispos que permanecen en Cuba necesitan de nuestra oración y solidaridad permanente porque la tiranía no va a perdonar el menor asomo de rebeldía personal o institucional.

El liderazgo de estas personas constituye desde siempre un motivo de honda preocupación para la policía política, por eso expulsaron a Monseñor Bosa Masvidal y a centenares de sacerdotes y religiosas, por eso le fabricaron la causa al Padre Miguel Ángel Loredo, por eso acosaron a toda hora del día a Oswaldo Payá hasta concretar su muerte, por eso permanecen bajo amenaza permanente desde hace años el sacerdote José Conrado Rodríguez y el laico Dagoberto Valdés, por eso está bajo prisión domiciliaria el Padre Castor y permanece en la cárcel el laico Ángel Mesa.

Los actos vandálicos contra nuestros templos y las amenazas a nuestros hermanos deben ser respondidos con nuestra más enérgica protesta, no constituyen hechos dejados al azar, ni están dirigidos de modo exclusivo contra tal o más cual sacerdote y su comunidad parroquial, todo lo que está ocurriendo forma parte de un plan para amedrentar a los católicos cubanos.

En un momento como este debemos insistir en la idea de que el compromiso profético es algo que se puede distinguir, pero no separar de nuestra fe; que el profetismo es una opción que, como mínimo, merece un absoluto respeto.

Los cristianos que la asuman deben saber que en la soledad de sus decisiones cuentan con nuestra oración y solidaridad permanentes. Una solidaridad que debe priorizar el apoyo material y la exposición de los victimarios ante la opinión pública y los organismos internacionales de justicia.

Una solidaridad que debe aquilatar con urgencia la gravedad de este momento. «Si me falta el Amor no me sirve de nada» dice un canto litúrgico inspirado en las palabras del Apóstol Pablo, que no nos falte, por el bien de todos, el Amor en esta hora.

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GUSTAVO ANDÚJAR IN MEMORIAM

Conocí a Gustavo Andújar a principios de los años noventa, en esa época comencé a frecuentar la biblioteca de la Casa Laical «Julio Morales Gómez»; una institución recién inaugurada que brindaba al laicado habanero un espacio de encuentro fraterno y necesaria autonomía en el seno de una Iglesia que comenzaba a florecer después de un largo tiempo de silencio y santidad forzosamente anónima.

Gustavo era uno de los pilares de esa Casa, de ese laicado que no se resignó a la cultura de la mentira y de la muerte que bien distingue al comunismo de otras ideologías. Gustavo era un hombre que amaba la verdad y la belleza, que buscaba la excelencia, un tipo de persona que escasea y molesta en todas partes, pero de un modo particular en el totalitarismo marxista leninista, ese obstinado fracaso donde las personas inteligentes y sensibles sufren más.

Debo decir que simpaticé con él desde que lo conocí en aquellas reuniones del laicado habanero, admiré su cultura, su sentido del humor, su precisión conceptual, su apologética serena, su lealtad a la Iglesia. No siempre coincidimos en cuestiones de método, quizás porque su experiencia vital y la mía eran muy diferentes, pero siempre reconocí en él la
honestidad intelectual que he perseguido.

En la Casa Laical se reunía un laicado que se formó en el silencio y la excelencia, hombres y mujeres que creían en el diálogo como instrumento para encontrar la Verdad, una Verdad que lleva a los hombres hacia bien y la virtud. Creían que la Iglesia debía ser fermento de libertad y trabajaban con perseverancia para lograrlo, aunque eran conscientes de las limitaciones que impone una tiranía. A veces han sido juzgados con demasiada severidad porque no siempre se aquilata lo difícil que es permanecer en Cuba y anunciar la Esperanza contra toda esperanza, sembrando una arboleda de la que nunca verás los frutos.

Este laicado que conocí nada tiene que ver con los que han intentado convertir a la Iglesia en la tribuna de sus intereses, emparentado el afán evangelizador y civilizador de la Iglesia con los supuestos logros de una Revolución que no ha logrado nada. Enfatizando la existencia de un supuesto pacto social que nunca existió porque no puede haber pacto social auspiciado por el terror y la violencia. Invirtiendo recursos en la idea de que se puede homologar al exilio con la tiranía y colocar a las víctimas y a sus victimarios en el mismo escalón de miseria.

El laicado que conocí no creía en esto, lo mejor del laicado de hoy tampoco cree en esto. Gustavo Andújar creía en los valores de la libertad y del progreso, creía en un proyecto de nación para todos los cubanos sin exclusión, cuánto lamento que no haya presenciado, por unos pocos días, el despertar de esa Cuba nueva.

Una de las peores cosas del exilio es ver morir de lejos a los amigos, me consuela saber que me esperan al final del camino. Se marcharon sin ver el final de la tiranía, pero ruegan a Dios por nosotros y señalan el camino de la libertad desde el cielo.

Publicado en CiberCuba: https://www.cibercuba.com/noticias/2021-10-13-u208133-e199482-s27068-gustavo-andujar-memoriam

DĺAZ-CANEL A LA CARRERA

La carrera de Díaz Canel comenzó con el beneficio de la duda, era un enigma en el que algunos quisieron escrutar algo de esperanza.

Quienes esperaban porque el sector reformista del PCC despertara del letargo, trataron de moderar su discurso y honrar la máxima popular que «el hombre es dueño de lo que calla y esclavo de lo que dice», de este modo el presidente tuvo su tiempo de gracia y algún respiro sin gloria.

Todo ha sido en vano porque Díaz-Canel se convirtió en esclavo de sus palabras a partir del 11J , la sangre y las lágrimas derramadas en esa jornada y las posteriores han sellado la carrera política y el destino de un hombre que tomó la decisión de alejarse de Mijaíl Gorbachov y acercarse, temerariamente, a Nicolae Ceausescu.

Sin embargo, la responsabilidad moral de Díaz-Canel en el desastre de su gestión no debe servir para una operación de blanqueo que ponga a los principales culpables en una posición de ventaja; la tiranía cubana es experta en sacrificar servidores y héroes para garantizar su permanencia en el poder, sino que le pregunten a las familias del general Ochoa y los hermanos La Guardia, sus víctimas más glamurosas.

Cuando la estrella del comandante en jefe comenzó a declinar, hasta convertirse en un cadáver político, apareció Después de Fidel, un libro de Brian Latell, ex-jefe de la CIA en América Latina, que nos revelaba a un Raúl Castro pragmático, buen administrador y amoroso padre de familia, alguien que carecía de las ambiciones planetarias de su enloquecido hermano y que podía ser benevolente con los subordinados en desgracia.

También aparecieron por esos días las dilatadas memorias de Juanita, la oveja negra de la familia Castro-Ruz, la hermana exiliada y anticomunista que en los albores de la Revolución brindó su testimonio ante el Congreso de los Estados Unidos denunciando ante un mundo ciego, sordo y mudo el advenimiento de la tiranía. En sus memorias Juanita nos contaba que el culpable de todo era Fidel, una suerte de flautista de Hamelin que había arrastrado a su hermano menor, y a miles de cubanos, a la maldad sin límites.

Compartía Juanita, quizás sin saberlo, las percepciones de Latell, de algún modo Raúl y la familia Castro eran recuperables; el nuevo-viejo hombre fuerte de Cuba (Muso en la intimidad de los hermanos) libre de la tutela del «Jefe» podía ser el inicio de algo bueno para los cubanos, con piropo incluido para la sobrina nieta Mariela y algún guiño simpático para el Cangrejo, el Tuerto y todo el familión vulgar que nos oprime.

A Juanita Castro le perdono su libro en honor a sus afanes por la libertad, al fin y al cabo la sangre llama y a todos nos resulta difícil ir contra ella; Latell continúa su labor académica en la Universidad Internacional de la Florida, sobre el tema de Cuba ha escrito nuevos libros que no he leído aún; prefiero a los espías cuando escriben novelas, cuando van de ensayistas es difícil saber dónde comienzan o culminan las razones de estado.

La gestión de Raúl Castro ha terminado con el fracaso del vaso de leche que no llegó nunca y el nombramiento de Miguel Díaz Canel, un presidente que no será recordado como el Mayoral, el Tiburón o el Caballo, la sabiduría popular lo ha condenado a que se le recuerde con un sobrenombre que define al funcionario con vocación de chivo expiatorio al servicio de la familia Castro y el comunismo, esa letal combinación que ha hundido en la violencia, la miseria y la muerte a Cuba.

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CUADERNO PARA EL VIAJE (VIII)

NADA ES MÁS TRISTE QUE ESE OLOR DE AGUA,
algo he perdido ya que no recobro,
han muerto los de ayer y otros no viven.

Largo es el inventario de esta pena,
que descansa en los sueños mal soñados
y ahora es el purgatorio donde habita
nuestra sangre dispersa.

Cómo salvar el alma de una isla,
si el ombligo es el centro,
si el espejo,
no nos deja mirar
al horizonte.

Editorial Silueta, 2017.

CUADERNO PARA EL VIAJE (VII)

EL TIEMPO DE LAS SOMBRAS SE HA HECHO LARGO,
queda una costra dura,
un daño germinal en los que han sido
expuestos a la oscura pirámide del miedo,
que abruma,
que vacía,
que rompe los tendones de la dicha,
el bien y los sentidos.

El tiempo de las sombras se ha hecho largo,
hemos visto morir a nuestros héroes
y la maldad también ha envejecido,
como un falso consuelo
o el embuste,
que uncimos en el carro de la vida,
medio buena,
casi de cara al sol,
aunque sabemos
que el mal también es nuestro,
que dejamos entrara a nuestra casa
y se hiciera de todos los trajines
casi sin darnos cuenta,
por el ojo del otro,
por desidia,
por el instante del aplauso.

Para esta sombra que nos cubre,
pertinaz y promiscua,
poner el corazón sobre la mesa
es la única esperanza que nos queda.

Editorial Silueta, 2017.

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